Todos los seres humanos tenemos metas. Lo sepas o no, te las hayas planteado a nivel consciente o alguien más las planteo por ti, tienes un catálogo de metas que rigen muchas acciones de tu vida día a día.
La diferencia es que algunos plantean metas por decisión propia, metas ambiciosas como lanzar su negocio que les permita tener libertad financiera, prepararse para escalar esa montaña que supera los 5500 metros, disparar las ventas en su trabajo o ahorrar para ese viaje soñado por toda Europa.
Para otros sus metas son pagar la tarjeta de crédito a fin de mes, superar un día más a su jefe gruñón, terminar la serie que empezaron a ver hace dos días, o comprar el nuevo teléfono celular antes que los demás.
¿Son las primeras metas mejores que las segundas? Depende de la necesidad de la persona en el momento de definirlas.
Una vez que el ser humano tiene sus necesidades básicas cubiertas, puede plantearse el mejorar su calidad de vida. Pero no todos son conscientes de esto y así pasan sus años en un ciclo continuo y repetitivo de estancamiento en su salud, sus finanzas, sus relaciones y su espiritualidad.
¿Por qué ocurre esto? Aquí es donde anclamos al tan esperado PROPÓSITO.
A diferencia de las metas que podemos sentarnos a analizar en una tarde o una fecha especial como el inicio de un nuevo año, el propósito puede ser algo más complejo, no es algo con lo que te encuentras al salir de tu casa o aparece en cierto momento específico de la vida de cada persona.
El propósito es tan variable y caprichoso de persona a persona, y así como hay chicos que a sus 16 años ya lo tienen súper claro, la mayoría llega al fin de sus días sin encontrarlo.
Esto tiene un diagnóstico sencillo pero profundo: Las personas no descubren su propósito porque no viven su presente. Se la pasan lamentando sus decisiones y errores pasados o angustiadas por un futuro que ni siquiera tienen certeza de que va a llegar.
El aislamiento llegó sin que nadie en el planeta pudiera predecirlo y de un día a otro nos encontramos con el regalo del tiempo, más tiempo del que muchos pueden gestionar. Y con este hermoso regalo es inevitable que el nivel de cuestionamiento del rumbo de nuestra vida empiece aumentar.
¿Cuándo saldremos de nuevo?
¿El mundo volverá a como era antes?
¿Qué pasará con mi trabajo?
¿Podré hacer ese viaje que tenia comprado para el verano?
¿Mi profesión tiene un espacio en la digitalización de la que todos hablan estos días?
¿De verdad quiero seguir viviendo la misma vida que tenia antes de todo esto?
Por eso quiero dejar mi contribución para que puedas aprovechar esta crisis para crear tu propósito. Si, leíste bien, CREAR tu propósito.
Porque mi deseo no es que encuentres mágicamente tu propósito y que así como llegó se vaya de tu vida. Quiero que lo moldees, que lo construyas, que lo interiorices y que sobre todo sea algo que de solo pensarlo te genere tanta emoción en la piel que sea inevitable llevar una vida increíble, extraordinaria y plena. Una vida con propósito.
Por eso te dejo 3 ideas que puedes aplicar hoy mismo para crear tu propósito: