Hagámoslo práctico
Imagina la siguiente situación: Es viernes por la tarde, unos días antes de fin de mes, estás en tu casa preparándote para descansar cuando recibes la noticia de que por motivos de la crisis tu empresa decidió prescindir de tus servicios. Te agradecen por todos los años de duro trabajo y te piden entregar tu puesto lo antes posible para poder pagar tu liquidación.
Tu trabajo seguro y para toda la vida te acaba de dar una bofetada fría en toda la cara.
Entras en un proceso de transición, estás en un lugar gris, ni blanco ni negro, no sabes muy bien que hacer. Un proceso de cambio viene con la inseparable compañía de la temida incertidumbre, porque no estás familiarizado con la situación y casi de manera inevitable tus emociones te juegan en contra. Tu cerebro te empieza a plantear todos los trágicos escenarios que se le ocurren y las preguntas empiezan a tomar forma:
-“¿Cómo voy a pagar la renta o la hipoteca?
-¿Qué haré con las tarjetas de crédito?
-¿Cuánto tiempo tengo antes que el banco empiece a llamar a mis garantes?
-¿Cómo pago el colegio de mis hijos?
-¿Cómo llevo comida a mi casa?
-¿En verdad se acabó la posibilidad de darme ciertos “lujos”?
Debo buscar un empleo INMEDIATAMENTE y aceptar el que me den sin importar el salario y las condiciones”.
Todos estos pensamientos te llegan motivados por la parte de tu mente que está dominada por el miedo, por esa parte primitiva que busca hacerte sobrevivir y encontrar la solución más cómoda a tu problema.
Vamos a verlo desde otra perspectiva: Por años has vivido el mismo día una y otra vez, tal vez ganando un buen salario, pero sin sentirte pleno, una parte de ti siempre supo que llegaría el momento de escapar. Esta es una oportunidad de poner la intención y la atención en ti y apostar por esa idea a la que le llevas dando vueltas tanto tiempo.
Pregúntate: ¿Qué es lo peor que podría pasar si durante un mes decido intentar algo diferente, algo que me apasiona y ver como resulta?
¡Hey! no estoy hablando necesariamente de emprender desde cero si no puedes (o quieres) permitírtelo, puedes buscar una opción de trabajo diferente a la de tu carrera, aprender sobre los nuevos empleos emergentes que están despuntando en el mundo digital, vender todas esas cosas que sabes que no necesitas, aprovechar el tiempo para dedicarte a tu pareja o a tus hijos, hacer un voluntariado en algo que te inspire… ¡Ahora tienes más tiempo! Solo por un mes plantéate hacer las cosas de manera diferente.
“Pero Javi, tengo hijos, tengo deudas, tengo hambre, tengo un perro que depende de mi… ¿Cómo me pides que vea esta nefasta situación como una oportunidad?”
Te devuelvo la pregunta ¿Qué pasaría si la crisis sigue, empeora y tienen que pasar años antes de que veas una luz al final del túnel y un misericordioso gobierno decida que te mereces un trabajo perfecto para tu experiencia y profesión?
No te pido que te olvides de todas tus responsabilidades y obligaciones, te invito a que por un mes dediques tiempo a conocerte a ti mismo, a reconectar con lo que quieres en la vida y lo que te hace feliz y al menos analizar las opciones que existen para tener más de eso en tu vida.
En el peor escenario, siempre puedes volver a la búsqueda activa de un nuevo empleo.